Unos compañeros ya habían hecho la ruta y el club hizo la
ruta hace unos meses, pero yo no pude, así que tenía una asignatura pendiente y
a mí no me gusta tener nada pendiente.
Me traslado hasta Herrera de Valdivieso para hacer la ruta
de los Duendes y ver el bosque encantado. Voy solo y voy feliz porque no voy
rápido y no voy lento, no tengo prisa y me da tiempo de observar y meditar, respiro
el aroma de los pinos y del brezo que aún se encuentra húmedo.
En el camino observo
como el mostajo ( una rosácea) comparte suelo con el pino (una pinácea), y cómo una encina comparte suelo con
un quejigo y así otras cosas curiosas para aquellos que disfrutan observando la
sabia naturaleza.
Animales no me tropiezo con muchos, pero si veo una ardilla
que quiere cruzar el camino y al verme retroceder y se esconde, tres arrendajos pasan volando sobre mi cabeza
y una bandada de palomas torcaces huyen precipitadamente cuando paso por el
pino donde ellas están posadas. Pero lo que más me llama la atención es un
continuo ruido de pájaros que se oye en el interior del bosque. Me paro,
examino el lugar y veo que hay un mostajo repleto de frutos rojos. Allí
escondido bajo las ramas de los arbustos contemplo cómo los zorzales acuden a
alimentarse de ellos. Quiero fotografiarlos, pero las ramas no me lo permiten y
cada vez que hago algo ruido desaparecen veloces.
El recorrido es ameno y no deja de sorprendente. Cuando
llego arriba veo que las vistas son maravillosas, y que las conozco ya que hace
unos años ya pasé por este lugar, pero haciendo una ruta más larga. Anduve
desde Huéspeda hasta el pico Los Castillos y desde este hasta los Tablones ,
para luego volver hasta Huéspeda. Todavía recuerdo a mi compañero quejándose, ya
que además de lo largo del recorrido
hacía un fortísimo sol que nos castigaba a placer. Se ven gran cantidad de
pueblos: Huéspeda, Bentretea, Cantabrana, Quintanaopio, Herrera y algunos más. Se
ve picos como el Mazo, Los Castillos y el Tablones. El paisaje me relaja y el
aire que se respira es muy saludable. Toca bajar hasta herrera, pero no tengo
prisa y disfruto de cada paso que doy.
La ruta está muy bien indicada así que perderse es bastante
difícil, y es una ruta para disfrutar en cada paso, en cada mirada. Lo que más
me ha gustado de ella es la imaginación de los promotores al decorar el
recorrido.
Una calle del pueblo.
Una pinácea, el pino, comparte suelo con un rosácea, el mostajo.
Frutos del mostajo (Sorbus aria)
Encina y quejigo juntos.
Aquí comienza el recorrido del bosque encantado.
La primera sorpresa del bosque unas amanitas muscaria.Creo yo que si fuesen caesarea ya no estarían.
Pequeños corazones que brotan naturales.
Supongo que de los corazones grandes han surgido los pequeños del suelo. Hay corazónes llenos, corazones huecos, pero no vi ningún corazón "partio". ¡Pobre Alejandro Sanz!
Llama la atención cómo esta encina puede sobrevivir en la roca. Así también hay personas que son capaces de sobrevivir en las peores condiciones posibles.
Sobre un quejigo se ven indicaciones para varias partes del mundo.
Colgados de unos pinos hay bolsos. No sé qué contendrán.
El árbol del amor. En algunos lugares llaman así al Cercis siliquastrum.
Los pinos están decorados. Supongo que les vendrán bien cuando apriete el frío.
Hasta los pájaros pueden disfrutar de bellas casitas.
Desde arriba se pueden observar varios pueblos. Este es Huéspeda.
Los pájaros se mostraron muy esquivos.
El paisaje bellísimo.
Digno ejemplo de arquitectura popular en Herrera.
Este gato se hizo mi amigo y me acompañó hasta el coche.
Mi único acompañante.
Antaño.
Hoy en día.
...y se acabó la historia, ya se ve Herrera.
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