martes, 1 de noviembre de 2016

El joven y su mariposa.



Es cruel, muy cruel, quitarle la vida a cualquier animal de la forma que sea. Su lema siempre había sido vive y deja vivir.
No comprendía cómo algunas personas se dedicaban a cazar mariposas para luego pincharlas en un tablero o meterlas en una cajita para que la gente pudiesen verlas. Esos seres bellísimos, inquietos, revoltosos, delicados, extremadamente vulnerables.
Y es que este planeta está lleno  de unos seres destructivos, unos seres que se autodenominan inteligentes y que se preocupan más en construir armamento para matarse entre ellos que en convivir pacíficamente. Inteligentes, solidarios, buenos, cariñosos, etc… ¡qué ironía! Infinidad de guerras, esclavitud de los países pobres para beneficio de los industrializados. Países industrializados muy solidarios, pero que cierran sus fronteras a los exiliados de otros países, en los cuales ellos se han encargado de introducir el armamento y crear la polémica para sus confrontaciones. Palabras, palabras, palabras, pero al final intereses propios, avaricia y mucha hipocresía.
Le gustaba subirse hasta el pico Milagros, unas de las cumbres de los montes Obarenes, y, en tiempo de verano, observar una de las mariposas más bonitas de todas las que conocía. La Parnassius apollo, de la familia de las Papilionidae, conocida vulgarmente como Apolo. Unas bellas alas anteriores provistas de cinco manchas negras y en las posteriores  dos ocelos rojos con punto blanco en el centro rodeado de círculo negro. La oruga o  gusano es de color negro con filas de manchas anaranjadas y abundantes pelos.  Se alimenta de la uva de gato o Sedum álbum y de la siempreviva Sempervivum muy común en este monte que crece entre las rocas. No sabía por qué motivo esta mariposa era bastante común por este lugar. Sabía que en algunos lugares ya estaba extinguida y en casi todos los demás estaba protegida.
Desde el pico Milagros, un buen día de sol, el panorama es impresionante. Hacia el sur se ve gran parte de la Bureba: Busto de Bureba, Miraveche, Cascajares, Calzada de Bureba; hacia el norte: La Aldea y La Molina; hacia el oeste los molinos eólicos de Poza de la Sal  con su castillo, obra datada sobre el siglo IX, arriba entre las rocas dominando el pueblo. Poza ya existía en la época de los Autrigones, pero tomó gran importancia en tiempo de los romanos debido a su sal.
Los campos con sus diversos colores: dorado de trigo y cebada y en algunas parcelas las amapolas moradas que rompen la monotonía cromática del lugar.
 
A las mariposas solo las observabas y les hacía fotos para de vez en cuando poder disfrutar de su belleza. Las mariposas deberían de ser como el arco iris que sale libremente y nadie puede sustraerle sus colores. Puede ser más grande, más pequeño, más intenso, menos intenso, pero siempre saldrá cuando lo desee y nunca nadie podrá impedírselo o modificarlo a su antojo.
Sentado en el suelo se mantenía quieto y allí las veía revolotear continuamente, visitar las flores de las que se alimentaban y de vez en cuando posarse sobre alguna, que era el momento ideal para poder fotografiarlas.
El huevo, imago, crisálida y la mariposa, proceso maravilloso. No le extrañaba nada el que para los faraones el gusano de seda era el símbolo de la inmortalidad del alma.
Por supuesto, y él lo sabía, que más de uno lo tomaba por loco, que no sabían qué sentido tenía perder horas y horas en ver volar amariposas. Para la sociedad todo el que se aparta algo de lo normal (esto sí que es de risa: lo normal) es un tarambana. Si  vas al fútbol, gritas e insultas al árbitro, eres normal. Si vas a los toros, si te fumas un puro enorme, eres normal. Si vas al bar, si te emborrachas de vez en cuando, eres normal. Si vas al monte y matas jabalíes, corzos, venados, conejos, liebres, perdices y miles de animales más, eres normal. Si lees Best seller y no el Quijote, eres normal. Si  escribes week-end, footing, shaping o walkie-talkie, eres normal. Si crees y  compras lo que anuncia la televisión, eres normal. Si crees en lo que te dicen los políticos, eres normal. Si tienes móvil, ordenador, si estás en Facebook, Washapp, eres normal. Si no te sales del camino que te marcan los ortodoxos  eres normal. Si te aborregas y sigues las pautas que han  dictado  los “normales” eres normal. Por eso él se considera anormal, subnormal, paranormal, infranormal, desnormal, o sepa Dios qué palabrita habrá ahí para denominar a estas personas.
 Pero la montaña, la soledad, la contemplación, sentirse único en el mundo era lo que le gustaba.Así era feliz.

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