La Madre, se podía leer en
la tapa del libro que ella sostenía en sus manos, y que estaba leyendo desde
que se sentó en el banco de la estación de autobuses. A estas horas se hallaba casi desierta; solo
una pareja sentada en otro banco era toda la compañía que ella podía divisar
desde su posición.
Un grupo de seis jóvenes
entran por la puerta con gran alboroto.
Risas, gritos y empujones de unos a otros delatan su presencia. Unos se sientan
en un banco y los otros de pie, alrededor de los sentados, así todos juntos
prosiguen con su diversión. La estación hasta ahora casi desierta y silenciosa ha cobrado vida.
Pocos minutos después un
mendigo vestido con harapos, sucio, con una gorra publicitaria que ya no se
sabe de qué color es, ni que empresa anuncia. Éste se dirige hacia el grupo de
jóvenes, y, sin cortarse lo más mínimo, se planta delante de uno de ellos y con
la mano extendida hacia él, el dedo pulgar hacia arriba y el dedo índice en
línea recta (asemeja una pistola), los otros tres dedos cerrados sobre la palma,
le espeta:¡bang! Después se acerca el
índice a los labios y sopla el dedo para despejar el imaginario humo de la
dedil pistola.
Los jóvenes, que al principio
se han quedado todos mudos y sorprendidos, al ver concluir todo el ritual comienzan
a reír a grandes carcajadas. Uno de
ellos grita: “te ha dado en pleno corazón,
Samu.”
Otro de ellos dice casi al mismo tiempo:
Otro de ellos dice casi al mismo tiempo:
—¿De dónde cojones ha salido
este Harry el sucio?
El mendigo no se ha inmutado nada con sus risas
y sus gritos, y tal como hizo la primera vez vuelve a repetir su acto. Esta vez
apunta hacia otro. Los jóvenes vuelven a soltar
grandes carcajadas, y uno de ellos grita, mezclándose sus palabras con la risa, lo que lo hace casi ininteligible:
—Éste va acabar con
todos nosotros si no le quitamos el arma.
Uno de ellos se va hacia el
mendigo, le echa el brazo por el hombro y le dice muy delicadamente:
—¿Te apetece fumar un cigarro
con nosotros, Harry?
Inmediatamente uno de los
jóvenes saca tabaco y papel de liar y comienza confeccionar un cigarro. En poco
segundos lo tiene preparado y se lo ofrece al recién bautizado Harry. Éste lo
toma sin recelo de ningún tipo y le pega
una buena calada. Nada más acabar su calada, empieza a toser convulsivamente,
agachando la cabeza e intentando expulsar todo el humo que ha aspirado. Después
de un buen rato tosiendo y con los ojos llenos de lágrimas, Harry se incorpora,
recupera la verticalidad y mira a todos los jóvenes, que en estos momento se
están desternillando y con sus ojos lacrimosos,
todos de pie alrededor de él. Harry no dice nada, da la vuelta y se va hacia
otro lugar.
La joven lectora que lo ha
visto todo, teme que no habiendo nadie más en el andén que la pareja, la cual no se ha inmutado lo más mínimo, y ella, ahora le toque a ella
el tener que aguantar a Harry.
No se equivoca Harry se
dirige hacia ella y a unos pasos le dice:
—¡Estos cabrones han cargado
el porro a tope!
—Señorita, ¿a quién lee
usted a Gorki o Pearl S. Buck?
Cualquier cosa esperaba ella
menos esa pregunta viniendo de este individuo, pero incluso así le respondió.
—
Es Pearl S. Buck.
—
A mí me gustó más la de Gorki.
—
¿Por cierto sabe usted que significa la ese.
—
Pues, la verdad, es que no.
— La S. significa Sydenstricker. Que pase usted buena noche—. Le dijo el mendigo mientras se alejaba de
ella
—
Oiga, oiga, señor— Le gritaba ella al mendigo.
Éste se volvió y vio como la
joven le extendía la mano sujetando un billete de 10 euros y le dijo:
—Tome y, por favor, no se lo gaste en vino.
—
Yo no le he pedido nada, señorita.
—
Ya lo sé, pero me gustaría que lo aceptase, por favor.
—
Él coge el billete y le dice mirándola— Yo antes no era así, pero la
muerte de mi madre, esta crisis y mi cerebro infestado de prejuicios y
estulticia me han llevado a esta situación. Puede estar usted, señorita, segura
que no lo gastaré en vino ni en nada de alcohol; ¡gracias, que pase buena noche!
El mendigo desaparece por la
puerta, los jóvenes siguen con su alboroto esperando cualquier autobús o
persona; la pareja sigue con su vida; ella prosigue con su lectura y la estación de autobuses sigue
esperando los autobuses y sus clientes para trasladarlos a sus lugares
correspondientes.
Interesante historia.....
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