El extraño caso de
los huevos verdes
Cogió un trapo y frotaba el huevo con ansias,
no pasaba nada; humedeció el trapo en agua y siguió frotando enérgicamente
aquel huevo. Aquel huevo verde que Marciano le había enseñado. Pero él no se
creía que pudiese existir un huevo de color verde, los huevos eran blancos o
marrones de toda la vida, pero nada de verde. Eso era una tomadura de pelo que
Marciano quería hacerle para reírse de él.
A él no se la iban a dar, así que a partir de
ahora le tocaba averiguar de qué modo Marciano había convertido aquel huevo de
color verde. Toda la noche se la había pasado pensando en cómo averiguar el
motivo. Había llegado a la conclusión de que Marciano había pintado el huevo
con algún tipo de pintura indeleble que era imposible borrar a no ser que usase
alguna sustancia especial. Por la mañana, al levantarse, ya lo había decidido:
recorrería todo el corral de Marciano buscando algún lugar donde estuviese
escondida la dichosa pintura. Lo haría disimuladamente para que Marciano no
sospechase de sus investigaciones.
Estuvo varios días escudriñando todo los
recovecos del corral, pero no hubo forma, no se encontraba pintura por ningún
sitio.
Descartado el tema de la pintura y con el asesoramiento
de su amigo Julián, cuyo padre tenía muchas gallinas y era un especialista del
tema y quien le había informado de que algunos ornitólogos ponen unas especies
de sustancias en la comida de los canarios para que estos tomen en sus plumas
tonalidades rojas, blancas o de otros colores.
Se sentía muy alegre después de esta
información. Era eso, no tenía duda, pero ahora le tocaba averiguar qué comida
le daba Marciano a sus gallinas. Así que todos los días acompañaba a Marciano a
darle de comer a sus animales. No había forma, Marciano no daba a sus gallinas
ningún producto fuera de los conocidos: trigo, maíz, lechuga, restos de pan…
Después de tantos días buscando la pintura,
otros tantos buscando la sustancia, se dio por vencido ya que él veía un día
tras otros cómo las gallinas seguían poniendo los huevos verdes, e incluso
había llegado él mismo a recoger un huevo recién puesto por una gallina.
Un día de estos, ya se había dado por vencido,
observó algo que se le había pasado, inexplicablemente, por alto. Las gallinas
que ponían los huevos verdes eran diferentes a las otras que ponían los huevos
blancos. Eran más pequeñas y lo más llamativo era que no tenían cola.
Explicado el descubrimiento a su amigo Julián llegaron a una conclusión. Si de verdad hay
gallinas que ponen los huevos verdes en Internet tenía que venir la
explicación. Aquí vienen las explicaciones de todo —le decía Julián.
Así lo hicieron y se llenaron de felicidad al comprobar que efectivamente hay gallinas que ponen los huevos verdes: las gallinas araucanas.
Se informó que llamaban los araucanos principalmente a los mapuches que habitaban entre los ríos Itata y Toltén, quienes eran reconocidos por ser aguerridos guerreros y que tuvieron una guerra contra los conquistadores españoles que duró más de tres siglos.
Así lo hicieron y se llenaron de felicidad al comprobar que efectivamente hay gallinas que ponen los huevos verdes: las gallinas araucanas.
Se informó que llamaban los araucanos principalmente a los mapuches que habitaban entre los ríos Itata y Toltén, quienes eran reconocidos por ser aguerridos guerreros y que tuvieron una guerra contra los conquistadores españoles que duró más de tres siglos.
Sobre los huevos esto leyeron en Internet: conclusión, los huevos verdes y azulados son
producidos por gallinas que expresan una proteína transportadora de biliverdina
en el útero gracias a la presencia de un interruptor genético proveniente de un
virus.
Existen al menos tres razas de gallinas que ponen huevos
verdes y azulados: la Araucana de Chile y los Dongxiang y
Lushi de China. Esta coloración se debe a un pigmento llamado biliverdina.
¡Por fin! — exclamó Filomeno— ya me he quitado
este dichoso pesar que me había creado Marciano. Lo bueno es que hoy sé algo
más que ayer, ja, ja, ja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario